Durante las épocas frías es normal que muchas veces nos excedamos con los alimentos justificándonos que en invierno necesitamos más calorías para mantener el cuerpo caliente, por tanto debemos comer más. Sin embargo, este comportamiento nos pasa factura cuando el verano se acerca y vemos que tenemos unos cuantos kilos de más. Como consecuencia, nos metemos en el gimnasio y hasta que no acabamos con esa grasa extra no dejamos de esforzarnos. Ahora bien, sabemos que es importante cuidar del cuerpo y hacer ejercicio para mantenernos saludables, sin embargo, muchas veces el estrés de querer bajar de peso rápidamente y recuperar nuestra figura puede jugarnos en contra. Por tanto, al querer bajar de peso sea como sea terminamos haciendo más mal que bien.
Es normal que por lo general cuando nos apuntamos al gimnasio y comenzamos a hacer una dieta planifiquemos nuestra rutina diaria a modo de cumplir con nuestros objetivos. Sin embargo, muchas veces, estas indicaciones pueden terminar siendo un impedimento. ¿Por qué decimos esto? Se debe a que con esto a veces desencadenamos una serie de sensaciones que a la larga acaban por hacernos perder la ilusión y las ganas de seguir en el camino correcto. Por ello queremos ver los motivos por los que cuidarnos puede ser en muchos casos más contraproducente que no hacerlo.
Quienes se someten a una disciplina estricta suelen sufrir de ansiedad, esta es una reacción totalmente normal, ya que trastocar de repente la rutina puede significar una especie de shock para el cuerpo y crearle una gran confusión que acabará deparando en eso, en ansiedad. Esta sensación hace se nos haga muy difícil continuar con la dieta y terminemos por recaer fácilmente, lo cual hace que se haga muy difícil mantenerla. Por tanto, en estos casos lo mejor es no cambiar radicalmente nuestro hábitos ni obligarnos a hacer algo que no queremos.
Entonces, es importante que a la hora de planificar la dieta que vamos a seguir no vayamos en contra de nuestra forma de ser. Esto significa sentarnos a meditar y analizar hasta dónde somos capaces de llegar sin abandonar el régimen. No hay que ponerse trabas desde el principio ni restricciones, ya que éstas son el peor enemigo contra una dieta o una rutina de entrenamiento, y el mejor aliado de la ansiedad que acabará por generarnos episodios de ingesta de alimento descontrolada con otros de gran culpabilidad.
Por último, es importante que no hacer un cambio de golpe, sino aclimatizarnos de a poco con la nueva rutina. Teniendo en cuenta estos consejos lograrás seguir con la dieta que has planificado y alcanzar tus objetivos sin recaer a mitad de camino.
¡Suerte!
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