Como estrategia sanitaria anunciada por la Administración de Obama, en Estados Unidos, se plantea aumentar la presión fiscal sobre las comidas rápidas, comenzando con los refrescos.
Ésta es una de las estrategias para luchar contra la obesidad creciente de este país, así como sucede en todo el mundo, pero la gran duda es si los impuestos son una real ayuda para adelgazar.
Inicialmente se pretende colocar un gravamen sobre los refrescos y posteriormente, se piensa en la idea de colocar más impuestos sobre la comida chatarra para favorecer la reducción de su ingesta y así, controlar los niveles de obesidad que tanto afectan la salud de la población. No obstante, los efectos de ésta medida aún se encuentran en debate.
Al parecer, la base de la idea se encuentra en los impuestos especiales aplicados al tabaco y sus resultados positivos, pero con las bebidas y la comida podría no suceder lo mismo.
Aunque los estudios anticipan que los beneficios para la salud de un menor consumo de refrescos serían sorprendentes, ya que favorecería el adelgazamiento moderado en bebedores habituales de este tipo de bebidas.
El debate ya está en marcha y la pelea entre la industria de refrescos y el gobierno estadounidense no cesa. Sin embargo, debemos reconocer que la comida rápida es la más perjudicial y la más economica, contrario a lo que sucede con las frutas, verduras, lácteos descremados y cereales integrales.
La verdad acerca de si esta medida sirve para adelgazar no la tenemos, pero comparto la idea de al menos equiparar costos entre comida rápida y comida saludable, de manera de que el precio de los alimentos no sea un factor más que nos empuje a comer en un fast food.
Fuente: abc.es
En BlogNutrición: Las calorías de la comida rápida quedarán al descubierto
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