Todos sabemos que los hábitos de vida de la familia son trasladados casi automáticamente a quienes se desarrollan en ella, y más allá de que éstos pueden modificarse, siempre es mejor prevenir desde una temprana edad y procurar que los niños crezcan con una dieta saludable.
Un reciente estudio realizado con 120 niños pequeños, reveló que cuando ellos debía comprar la comida en un supermercado a modo de juego, hasta los de 2 años tendía a imitar las pautas alimentarias de sus padres.
Es decir, aquellos cuyos padres consumían habitualmente dulces y snacks, tendieron a elegir estos productos, mientras que aquellos que hicieron compras de alimentos más saludables, eran el reflejo de las elecciones alimentarias de sus progenitores.
Los resultados muestran que los niños, aún siendo muy pequeños, no escogen indiscriminadamente caramelos o golosinas cuando se les da la posibilidad de elegir libremente.
Por el contrario, los niños forman sus preferencias alimentarios en torno a los hábitos que tienen los adultos de su casa, por lo cual, los hábitos alimentarios saludables en los padres, tienen beneficios duraderos en la vida de los más pequeños.
Los hallazgos sugieren que así como la mesa familiar y la dieta diaria, el momento de hacer las compras en el supermercado puede ser una buena circunstancia para enseñar a los niños cuáles son los alimentos más sanos para nutrir su cuerpo adecuadamente.
Sin duda, los niños heredan los hábitos alimentarios de sus padres y si bien es posible, su modificación es costosa porque se instala en ellos como parte de su vida. Por eso, siempre es conveniente que aquellos hábitos que se arraigan desde pequeños en la vida, produzcan efectos positivos sobre su salud.
Fuente: periodistadigital.com
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