Hierbas chinas que reduce los daños intestinales de la quimioterapia

Una de las grandes críticas que se le hace por lo general a a medicina convencional y a las terapias naturales es que no tienen estudios científicos serios que prueben sus bondades.

Sin embargo, este argumento ya no sirve, ya que se publicaron recientemente tres ensayos a favor de la meditación y las hierbas orientales. Los mismos tienen carácter científico.

El primero ha demostrado en ratones como una milenaria hierba china ( Hu-and Chin Tong) que se emplea desde hace 1.800 años contra diarreas y vómitos, puede aliviar las molestias gastrointestinales causadas por la quimioterapia al destruir las células sanas que recubren la mucosa.

En el ensayo no se utilizó a hierva original, sino una fórmula de laboratorio cuidadosamente preparada para sintetizar artificialmente los cuatro ingredientes del remedio herbal: peonias, escutelaria (una flor violeta), regaliz y un arbusto del género Rhamnus.

Sin embargo, conviene que los pacientes no recurran a ellas sin previa consulta del oncólogo ya que algunas plantas pueden interferir con la acción de la quimioterápia. Por el momento solo se ha probado en animales, no en humanos.

También se ha probado, en animales, el segundo compuesto herbal, la emodina, una sustancia antiinflamatoria que se encuentra en ciertos tipos de plantas, como el ruibarbo o el Polygonum cuspidatum (un arbusto de origen japonés).

¿Qué se logró con esto? La emodina demostró que reducía los niveles de glucosa en sangre y mejoraba el perfil de lípidos en un grupo de ratones alimentados con una dieta elevada en grasas y azúcares.

Finalmente, en el último ensayo se probó que, por medio de un intenso entrenamiento de meditación (basado en técnicas orientales), se pueden mejorar las conexiones cerebrales, aumentando la capacidad del individuo para hacer frente a los conflictos.

Por el momento se ha aplicado solamente en 45 sujetos, pero se considera que las técnicas de mieditación conectan al cuerpo con la mente y pueden tener un gran efecto en la región cerebral que conecta nuestras emociones y comportamientos.

Fuente: www.elmundo.es
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