Recientes estudios en médicos españoles ponen de manifiesto que éstos no predican con el ejemplo y descuidan mucho su salud. Aunque resulta paradójico, lo cierto es que se trata de un verdadero problema, tanto es así que en algunas ciudades ya se han desarrollado programas de detección y ayuda para los médicos enfermos.
Una Encuesta Oficial de Médicos de Madrid señala que casi 4 de cada 10 médicos reconocen padecer niveles patológicos de estrés, el 26% se considera sedentario; el 16% consume psicofármacos (somníferos, tranquilizantes y antidepresivos); el 28% fuma y el 15% es bebedor habitual. Sumado a éstos datos, sólo el 55% toma medidas preventivas para evitar riesgos laborales y únicamente el 26% pasa revisiones médicas.
Un informe de la Fundación Galatea revela que el consumo de psicofármacos entre los médicos oscila en un 17% y también muestra un alto porcentaje de sobrepeso y obesidad entre el colectivo (el 63% de los hombres y el 30% de las mujeres), así como también se halló una bajísimo nivel de actividad física.
Otro informe del Colegio Oficial de Médicos de Barcelona hace hincapié en la despreocupación generalizada del grupo de profesionales por su salud. Sólo la mitad de los facultativos contaban con un médico personal y de éstos, únicamente la mitad tenía historia clínica. Además el 20,5% consultó su problema con un colega en el pasillo de su lugar de trabajo o por teléfono. Ni el 50% sigue las recomendaciones terapéuticas, mientras que la autoprescripción alcanza el 81,6%.
Además el personal médico es uno de los grupos profesionales con más probabilidades de sufrir el llamado síndrome «burn- out» que se distingue por el agotamiento emocional, despersonalización y baja estima profesional. Puede afectar hasta el 30% de los médicos y hasta el 40% del personal de enfermería.
Dentro de la medicina hay especialidades más propensas a padecer «burn- out» como la oncología, debido al contacto permanente con el dolor y la muerte. La mayor incidencia se da a partir de los 5 años de realizar la misma tarea y los primeros signos denotan una reducción de la producción, una tendencia a la desorganización y agotamiento emocional.
Para prevenir el síndrome los especialistas recomiendan aumentar la vida extralaboral y los vínculos sociales, adquirir nuevos conocimientos, asumir mentalidad de grupo, incorporar actividades de entrenamiento en la resolución de problemas o establecer rangos de responsabilidad.
Fuente: yahoo.com