Todos sabemos que el momento de desarrollo del bebé durante los 9 meses de embarazo son decisivos para su salud futura. Sin embargo, la dieta previa a la concepción de la madre también puede influir.
La salud futura del hijo a concebir depende en gran medida de la salud previa de la madre y de la alimentación que lleva antes del embarazo, ya que según se ha detectado, llevar una dieta alta en grasas, pobre en proteínas o deficiente en vitaminas del complejo B, puede generar cambios genéticos que culminen en obesidad, resistencia a la insulina y enfermedades cardiovasculares en los futuros pequeños.
Cuando en la dieta previa al embarazo la madre tenía una alimentación deficiente en vitaminas B12 y folatos, la descendencia tenía más riesgo de sufrir hipertensión arterial, obesidad y diabetes, mientras que una dieta baja en proteínas antes de la concepción puede causar problemas cardiovasculares y metabólicos en los descendientes.
Es decir, por más que se cuide la dieta al momento del embarazo, si la alimentación previa (2-3 meses antes) a la concepción no es saludable, puede incidir igual en la salud de los hijos.
Como resultado de una dieta alta en grasas (35%) antes de la concepción, los niños pueden nacer con triglicéridos altos e migado graso.
El mecanismo que lleva a esta relación se debe a que si los nutrientes son escasos, el embrión emplea todos los recursos para obtener mejores nutrientes de su madre y así, se producen problemas por exceso.
Definitivamente, queda claro que llevar una dieta equilibrada, sin carencias ni excesos, antes de concebir y durante la gestación del niño, protege de enfermedades crónicas al bebé y favorece el correcto desarrollo fetal.
Los investigadores aseguran que lo ideal es cuidar la salud y la dieta unos 3 meses antes de quedar embarazada, aunque la dieta del padre también es importante al momento de una concepción saludable.
Fuente: abcnews.go.com
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