Ser positivo, percibir las circunstancias diarias y problemas desde una mirada más optimista, no sólo nos permite vivir con más tranquilidad y alegría, sino que una reciente investigación asegura que «ser optimista» es bueno para el corazón.
El trabajo norteamericano evaluó a más de 2000 adultos de entre 35 y 75 años y se les pidió al iniciar el estudio que valoraran su riesgo cardiovascular. Los individuos debía optar entre riesgo alto, medio, bajo o no lo sé.
Además, se evaluaron parámetros bioquímicos para determinar si existían o no factores de riesgo cardiovascular, tales como niveles de colesterol sanguíneo.
El estudio se inició en 1990 y 1992 y en diciembre de 2005, lo investigadores evaluaron cuántos de los participantes habían fallecido y cuáles eran las causas de muerte.
Los resultados señalan que los hombres que identificaron subjetivamente su riesgo cardiovascular como «bajo» presentaban una incidencia de mortalidad cardiovascular 3 veces inferior al resto de los evaluados.
Pero lo interesante es que no se encontró la misma relación en el caso de las mujeres, es decir, ser optimista sólo protegería el corazón en los hombres.
Los investigadores no lograron descubrir a qué se debe dicha diferencia, pero si pudieron conocer que quienes eran optimistas y valoraron su salud cardiovascular como con «bajo riesgo», en realidad tenían un alto riesgo de padecer problemas cardíacos.
Al parecer, ser positivo acerca de la salud cardíaca elimina otros factores que influyen negativamente en la evolución de los factores de riesgo tales como el estrés o el miedo propio de los pacientes que sufren de afecciones del corazón.
Sin embargo, no está claro si es aconsejable desengañar a los pacientes para conseguir que cambien sus comportamientos y adopten hábitos saludables o que continúen considerando a su corazón como con bajo riesgo.
Lo que se debería hacer, sin duda, es inculcar prácticas preventivas que permitan a los individuos modificar hábitos por otros más saludables y beneficiar su corazón sin aumentar su miedo o el estres propio de la patología.
Fuente: infobae.com
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