Las guarderías infantiles son, hoy en día, un recurso muy valioso debido a los horarios laborales de ambos padres y las ausencia de familiares cercanos con quién dejar a los más pequeños.
Sin duda, la socialización a temprana edad, los juegos compartidos y el despegue de los padres son factores muy beneficiosos en el desarrollo infantil que, desde las guarderías, se impulsa a diario.
Pero hay otras cuestiones que, involuntariamente se producen al momento de llevar a un niño de corta edad a la guardería, que podrían resultar negativas para su salud.
Un estudio reciente señala que los bebés a cargo de cuidadores ajenos a la familia tienden a aumentar más de peso que aquellos que son cuidados por sus padres.
Ésto podría deberse a que los niños que asisten a guarderías o que son cuidados por personas que no son sus padres, son más propensos a no ser amamantados e incluyen alimentos sólidos de manera prematura.
Ya se ha confirmado que la lactancia materna protege contra la obesidad y si ésta se reemplaza prontamente por alimentos sólidos, como es el caso de los bebés que asisten a guarderías, las probabilidades de padecer obesidad son mayores y el riesgo también es superior ante la diabetes y enfermedades cardiovasculares.
Durante la investigación se evaluaron más de 8.100 bebés de 9 meses que se pesaron y se midieron entre 2001 y 2002, asimismo, se recopiló información acerca de los cuidados que recibían los niños.
El 55% recibía habitualmente atención por parte de alguien que no era su padre, de éstos, la mitad asistía a guarderías y el 40,3% comenzó a ir a la guardería antes de los 3 meses de edad.
Los investigadores afirman que la presentación prematura de alimentos sólidos y la ausencia de lactancia son factores que predisponen al aumento de peso.
Es indiscutible que las guarderías no son responsables de dicho aumento de peso, pues no encuentran otra alternativa para alimentar a los niños.
Pero es indispensable que los padres prioricen la salud de sus niños y consideren la fuerte influencia de la alimentación durante los primeros meses de vida.
La lactancia materna debe ser, en la medida de lo posible, el único alimento del bebé durante los primeros 6 meses de vida del pequeño.
Fuente: terra.com
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