Cada vez parece más claro que el papel de los padres y demás familiares es fundamental para prevenir trastornos de la conducta alimentaria.
La segunda fase de un estudio estadounidense liderado por investigadores de la Universidad de Minnesota (EEUU), descubrió que los adolescentes que compartían más comidas con sus familias solían tener hábitos más sanos y eran menos propensos a caer en las drogas y a tener comportamientos peligrosos para controlar su peso, como vomitar o usar laxantes.
En 1999 más de 2000 adolescentes de 31 colegios diferentes informaron acerca de la frecuencia con la que comían o cenaban con la familia y cinco años después, completaron un cuestionario sobre prácticas poco sanas para controlar su peso, como provocarse el vómito, consumir laxantes o diuréticos, saltear comidas o comer poco.
Entre las evaluadas, el uso de métodos extremos era menos frecuente en aquellas que compartían la mesa, más de 5 veces por semana, con padres y hermanos independientemente de su índice de masa corporal (IMC), el estatus socioeconómico y la unidad de la familia.
En cuanto a las prácticas menos graves como saltearse comidas, no se registraron diferencias significativas. Sin embargo, la tendencia sugería un efecto protector de las comidas familiares, afirman los autores.
En el caso de los varones evaluados, no se observó esta influencia positiva de las comidas familiares, sino que, por el contrario, mostraron más comportamientos de riesgos para las prácticas menos agresivas cuanto mayor era la frecuencia de estas reuniones.
El estudio explica que las diferencias entre sexos pueden deberse a que varones y mujeres viven las comidas familiares de diferente forma, las chicas se involucran más en la preparación y puede que sean más permeables a la influencia de las relaciones interpersonales y familiares que los chicos. Sin embargo, sólo se trata de especulaciones.
Los autores concluyen que es importante ayudar a las familias a encontrar la manera de compartir más comidas dada la gran prevalencia de estas patologías en los adolescentes.
Fuente: elmundo.es
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