Muchas personas tienen por costumbre crujir sus nudillos o hacerse sonar los dedos, aunque también es normal que nuestras articulaciones suenen cuando nos agachamos de golpe o cuando nos hacen un masaje después de haber hecho ejercicio.
En multitud de ocasiones hemos oído comentarios sobre si esto es bueno o malo. Muchos comentan que estos movimientos articulares desencadenan artrosis, mientras que otros comentan que son un signo de eficacia del ejercicio (por ejemplo en el masaje) o que es necesario para relajar las articulaciones. Hoy vamos a hablar sobre ello y analizar que tienen de cierto estas afirmaciones.
Las articulaciones son elementos complejos que permiten generar un movimiento de palanca cuando las movemos. Esta descripción se aplica tanto a las más pequeñas, como las que tenemos en los dedos, como a las más grandes, por ejemplo la de las rodillas.
¿Qué es el ruido que escuchamos? La articulación suena cuando al moverlas sufren una pequeña aceleración y percuten entre sí dos estructuras duras, resonando de forma característica.
Por tanto, si seguimos este razonamiento podemos decir que los crujidos no son un signo de buena ni de mala salud articular, sino simplemente una liberación de las estructuras. El problema es cuando la articulación suena continuamente, esto podría significar que quizá alguno de los elementos que la componen no actúe correctamente.
Además, no deberíamos hacer sonar las articulaciones intencionalmente, ya que esto es fruto de un rozamiento brusco entre tejidos duros y por tanto, como es de esperarse, esto generará una erosión que puede desencadenar problemas futuros.
Ahora podemos entender mejor qué es lo que hacemos exactamente cuando hacemos sonar nuestras articulaciones y las consecuencias que puede llegar hacerlo intencionalmente de forma continua.