La saciedad es una percepción que el cuerpo humano tiene cuando no tiene una necesidad inmediata de ingesta de alimentos. Existen distintos factores que la modifican, el conocerlos nos permite manipularlos para controlar nuestro consumo alimentario en el caso de que nos encontramos bajo una dieta.
Por otro lado, existe un proceso relacionado a este que es igual de importante y también modifica nuestro consumo alimentario, su nombre es la saciación.
Este es un proceso que determina el tiempo que dura una comida específica, es lo que nos lleva a dejar de comer cuando nos sentimos satisfechos. Este proceso se diferencia de la saciedad en que determina el tiempo entre una comida y otra. Es la sensación de plenitud que tenemos cuando terminamos de comer y por el tiempo que permanecemos sin comida hasta que la sensación de hambre regresa.
Este proceso es muy importante a la hora de controlar nuestro consumo de alimentos, ya que, cuanto más tiempo pasa entre una comida y otra más puedo consumir y por tanto, aumentar las calorías. Existen determinados alimentos que favorecen la saciación como son:
– Los lácteos desnatados, clara de huevo, queso de bajo contenido graso, pescado u otras carnes magras, son de gran ayuda al respecto, debido a que son las proteínas las que más saciación producen. Si los incluimos en una comida finalizaremos la misma antes de lo previsto.
– Consumir líquidos, fibra o alimentos que ofrecen gran volumen sin muchas calorías, es de gran importancia para favorecer la saciación, debido a que la distensión gástrica también influye en la saciación y la acelera.
Es importante que sepamos diferenciar ambos conceptos, saciedad y saciación, ya que si bien son muy similares, tienen diferencias.
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