Los golpes de calor suelen ser de mayor prevalencia en personas con exceso de peso o mal nutridas, puede presentarse por la práctica de deportes que exigen mucho desgaste y la utilización de uniformes o vestimentas que favorecen el incremento de la temperatura corporal que, en estos casos, puede superar los 40 grados.
Hay que tener mayor cuidado en los días en que la temperatura ronda los 30 o 35 grados, debido a la importante radiación solar. Sin embargo, los días de verano nublados también son riesgosos porque el elevado índice de humedad puede favorecer el desarrollo de un golpe de calor.
El golpe de calor, que se considera una situación de emergencia que requiere rápida atención, se produce como consecuencia de la incapacidad del organismo para disipar el calor y regular la temperatura corporal, que puede alcanzar los 42 o 43 grados.
Los principales factores que favorecen el golpe de calor son las altas temperaturas y la humedad, sobre todo si quien lo sufre no está correctamente alimentado o no se hidrató lo suficiente antes, durante y después de realizar actividad física.
Los principales blancos del golpe de calor son las personas obesas pero también las que están mal nutridas y los niños, aunque no debemos olvidar los deportistas profesionales o amateurs que con frecuencia realizan actividad física en horarios inadecuados y con calurosos uniformes.
En los aficionados que realizan algún deporte, hay que tener en cuenta la falta de entrenamiento, ya que para practicar actividad física en verano hace falta aclimatarse, es decir, comenzar paulatinamente para acostumbrarse al calor y la sudoración, explicó el doctor Norberto Debbag, médico cardiólogo especialista en deportología.
¿Qué hacer ante un golpe de calor? Frente a la aparición de los primeros síntomas de cansancio y agotamiento, se recomienda trasladar a la persona afectada a la sombra, colocar la cabeza en alto e ingerir agua con sal o minerales. También es necesario prestar atención a otros síntomas como la desorientación, confusión, convulsiones, irritabilidad, mareos, pérdida de conocimiento y el enrojecimiento de la piel que suele estar caliente y seca.
Las medidas de atención primaria para lograr el enfriamiento son el mejor abordaje, debe ser inmediato y en la medida de lo posible supervisado por un médico, ya que no existe un tratamiento farmacológico efectivo.
Las consecuencias de dilatar la asistencia médica incluyen daño cerebral, edema pulmonar, insuficiencia renal o lesiones cardíacas.
Cuando la temperatura del cuerpo alcanza los 42 grados, el estado es crítico y es fundamental enfriar al paciente utilizando paños fríos y una bañera con agua o hielo. Con estas acciones la temperatura suele disminuir a 38 o 39 grados en 15 o 20 minutos, en cuyo caso conviene envolver a la persona en una toalla y concurrir al médico que deberá evaluar los signos vitales y el estado neurológico del individuo.
En los niños y bebés, dada su incapacidad para manifestar su molestia e incomodidad, es vital prestar atención a la coloración de su piel. Asimismo, se debe mantener a los chicos en la sombra, cuidando especialmente la ingesta de líquidos. Con respecto a la alimentación es recomendable que no consuman grandes cantidades pero que ingieran frutas y verduras y alimentos salados que les permitan retener el líquido que toman.
Consejos a tener en cuenta serían:
– Aumentar la ingesta de líquidos para favorecer la hidratación.
– No realizar actividad física en horarios pico.
– Evitar ropa de colores oscuros o telas pesadas.
– Ingerir frutas.
– Descansar a la sombra.
– Cuidar a los niños con gorros y ropa liviana.
Fuente: nutrar.com
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