El control del apetito se inicia en las células del cerebro tras la llegada de señales que se originan en múltiples puntos del aparato digestivo, desde la boca, hasta el estómago o intestino.
Muchos estudios han encontrado factores que influyen en el cerebro y que pueden alterar el control adecuado del apetito.
En esta caso, científicos de la Universidad de Monash, hallaron que a medida que envejecemos las células del cerebro humano involucradas en el control de apetito se degeneran, causando un incremento de la sensación de hambre y, consecuentemente una mayor ingesta que puede colaborar en la ganancia de peso corporal.
Las células son alteradas por el efecto de los radicales libres sobre las mismas, pero lo novedoso del estudio es que, al parecer, la degeneración es más significativa después del consumo de preparaciones ricas en hidratos de carbono y azúcares.
Así, cuánto más carbohidratos y azúcares ingerimos, más se dañan las células de control del apetito y potencialmente, se come más.
El efecto de los radicales libres sobre las células que suprimen el apetito supone un desequilibrio entre lo que comemos y lo que verdaderamente necesitamos, ya que las señales de «cuándo debemos dejar de comer» nunca aparecen o llegan tarde.
Este hallazgo podría ser uno de los tantos factores que intervienen en el origen de la obesidad. Sin embargo, el mecanismo por el cual los carbohidratos intervienen en la alteración del apetito no está claro ni demostrado.
Además, los carbohidratos son la base de nuestra dieta, y no podemos prescindir de ellos. No obstante, los azúcares si podemos evitarlos con la finalidad de ahorrar calorías y evitar así, distorsionar nuestro apetito.
Por el momento, sólo me queda por recomendar que en ocasiones de consumo de carbohidratos controlemos las porciones a ingerir y acompañemos dichas preparaciones con vegetales o líquidos que permitirán una mayor saciedad.
Fuente: viviendosanos.com
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