Los genes determinan gran parte de nuestras conductas, pero una gran influencia esta dada por los factores ambientales, tal es así que en el caso de la obesidad, se habla de «ambiente obesogénico» como aquel que favorece el desarrollo de la patología.
Algo similar sucede con el consumo de alcohol, ya que el ambiente determina cuánto alcohol consumimos. Si las personas que nos rodean son bebedores frecuentes, tenemos un 50% más de probabilidades de caer en excesos cuando ingerimos bebidas alcohólicas, mientras que si nos rodeamos de abstemios, solemos beneficiarnos con la conducta de los familiares o amigos que están cerca nuestro.
Los científicos creen que la influencia del círculo íntimo es casi tan importante a la hora de considerar una adicción como la herencia familiar y la genética.
Entonces, el entorno en el cual nos movemos y el comportamiento de las personas cercanas a nosotros es de gran influencia en el consumo de alcohol que tenemos.
Asimismo, se comprobó en el estudio que aun cuando la relación con la persona bebedora no era tan cercana, el riesgo de caer en exceso fue un 36% superior a quienes se encuentran rodeados de no bebedores o abstemios.
Somos seres sociales y por ende, las relaciones con otras personas influyen en nuestra vida, por lo que, las conductas de nuestros padres, amigos, familiares o compañeros de trabajo, determinan de manera positiva o negativa, las nuestras.
Claro está que dichos comportamientos pueden modificarse, aunque serán más productivos los cambios si las modificaciones se hacen en grupo, junto a quienes nos rodean.
Fuente: pro-salud.com.ar
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