Siempre se ha sabido que la alimentación recibida durante los primeros años de vida influye en la salud del individuo en la etapa adulta. Muchos estudios intentaron traducir en números y cifras la influencia de los malos hábitos alimentarios sobre la salud cardiovascular, pero recién ahora un estudio presentado en Londres lo puedo lograr.
La investigación acaba de demostrar los efectos acumulados de los malos hábitos sobre las arterias. Los resultados indican que una alimentación excesiva en los primeros 60 días de vida aumenta 0.5 mmHg el valor máximo de la presión arterial (presión sistólica) y dismiuye la elasticidad de las paredes arteriales 10 años más tarde.
Los investigadores señalan que ya no es suficiente con aplicar medidas preventivas en la adultez, ni siquiera en la niños, sino que son las estrategias nutricionales en la primera infancia lo que permite obtener más y mejores beneficios.
Hasta el momento se sabe que un bajo peso al nacer aumenta las probabilidades de sufrir problemas cardíacos en la edad adulta, por ello se lo compensaba rápidamente para que la pronta recuperación ejerciera un efecto protector. Sin embargo, la investigación reciente afirma que el crecimiento acelerado con una alimentación enriquecida en los primeros meses de vida induce la aparición futura de varias patologias como el infarto o la hipertensión.
El estudio evaluó el peso al nacer de 6167 niños, se los controló después a los 2 meses y los datos se compararon con el peso y el índice de masa corporal (IMC) a los 10 años de edad. Además, en la última revisión se evalauó la capacidad de las arterias de contraerse y distenderse.
Finalmente los niños que habían aumentado de peso más rápidamente durante los primeros 60 días de vida tenían 0.5 mmHg más de presión sistólica que aquellos que recuperaron peso más lentamente. También se observó rigidez en las paredes arteriales lo cual indica lesión arterial. Todos los resultados fueron hallados independientemente del sexo, del IMC, de la frecuencia cardíaca y del nivel de colesterol sanguíneo de cada niño.
Al dividir a los evaluados en 4 grupos según la velocidad de ganancia de peso se observó que en el grupo que más rápidamente aumento de peso la presión sistólica era 1.69 mmHg más elevada que en el grupo que había ganado peso más lentamente.
Si bien es necesario comprobar mediante futuras investigaciones si la acumulación de efectos negativos durante la infancia pueden revertirse en la adultez, es de gran relevancia tomar medidas preventivas desde el nacimiento, ya que durante los primeros años de vida la alimentación es un factor clave para el futuro funcionamiento del organismo.
Fuente: intramed.net
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