La celiaquía es una enfermedad caracterizada por la intolerancia al gluten, el cual se encuentra en las proteínas vegetales del trigo, avena, cebada y centeno. Por ello, la alternativa a seguir para mejorar sus síntomas y la calidad de vida de los afectados es comer «sin TACC«.
Ante esta premisa surgen una serie de dificultades en la alimentación de los celíacos, ya que la sociedad actual aún desconoce ciertos aspectos de la enfermedad, y el mercado, continúa ofreciendo escasos productos para este tipo de individuos.
La manera más apropiada de reducir los síntomas es llevar una dieta sana y equilibrada que incluya, arroz, harina de maíz, de mandioca, de arroz, de garbanzos y otras legumbres que serán la fuente principal de carbohidratos.
Para evitar carencias de minerales y vitaminas, es indispensable la presencia de frutas y verduras en la dieta de los celíacos.
Además, permite una mayor variedad de la alimentación, así como un mejor color en cada plato. Por supuesto, los demás alimentos no deben dejar de consumirse, pero siempre es necesario revisar las etiquetas antes de ingerir un producto envasado, ya que puede contener vestigios de gluten.
Las verduras son una excelente opción para incrementar las defensas del organismo, para combinarlas con carnes, huevo o lácteos y crear un plato completo, de buen sabor y nutritivo.
Muchas veces se piensa que la fibra que éstas contienen cuando se consumen crudas puede acentuar los síntomas de mala absorción en los celíacos, pero nada más lejos de la realidad.
Se ha comprobado que el déficit de micronutrientes es un factor determinante en el desarrollo de múltiples enfermedades crónicas, por eso, es fundamental su inclusión en la dieta sin gluten y apta para celíacos.
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