Cuando se padece un trastorno de la conducta alimentaria se padecen también, alteraciones psicológicas que generan actitudes autodestructivas y aislantes del resto de la sociedad.
Tal vez por eso, aquellas mujeres que fueron madres, sufren menos trastornos alimenticios que las que no experimentaron la maternidad.
Un estudio realizado en Noruega evaluó a 1.206 mujeres durante 6 años que al iniciar el trabajo no tenían hijos y finalmente se determinó si la maternidad influía o no en la conducta alimentaria.
Los resultados mostraron una menor incidencia de trastornos alimentarios entre las mujeres que habían tenido un hijo, lo cual los autores atribuyen a la reducción de las actitudes impulsivas y la disminución del consumo de alcohol.
Por otro lado, las mujeres que no fueron madres presentaron un aumento de la insatisfacción con su imagen corporal y por lo tanto, las actitudes alteradas y autodestructivas continuaron.
Es posible que la mayor estabilidad y responsabilidad que genera la llegada de un bebé halla reducido el desorden alimenticio en las mujeres que fueron madres.
El estilo de vida se ve modificado luego de la maternidad y ésto, estabiliza la psiquis de las afectadas y mejora o contrarresta los trastornos asociados a la alimentación.
También, la causa de esta disminución en los trastornos alimenticios puede ser la llegada de otro centro de atención a la vida de las afectadas, ya que quienes padecen un desorden alimentario centran su vida en torno a la comida y de ésta depende su felicidad o no.
Sabiendo que para una mujer no hay felicidad más grande que dar vida, pues no me extraña que el hecho de ser madre contrarreste alguna u otra patología y mejore la salud de la mujer en cuestión.
Fuente: intramed.net