Aunque suena un poco raro y puede ser repulsivo para muchos de nosotros, la idea no parece demasiado disparatada si consideramos las valiosas propiedades de la leche materna.
Daniel Angerer, es un chef neoyorkino que al ver la cantidad de leche que le sobraba a su mujer tras amamantar a su hija, decidió no tirar la misma, sino crear un producto original.
Con dos tazas de leche materna, dos tazas de leche animal, media cucharada de yogur cultivado, cuajo y una cucharada de sal marina, el chef creo este producto culinario que según sus propias descripciones, tiene un sabor igual al del queso de leche de vaca, pero un poco más dulce, aunque mucho depende de lo que consuma la madre que da origen a la leche, tal como sucede con la leche extraída de animales.
Para algunos esta creación provoca asco, mientras que otros, no desestimaron del todo el queso de leche materna y se animaron a comparar su sabor con el del queso provolone, por ejemplo.
Si bien se trata de un producto natural, sin hormonas y muy nutritivo, los especialistas no están del todo de acuerdo con usar leche materna para crear un queso, ya que puede exponer a los consumidores a enfermedades infecciosas transmitidas por fluidos corporales, tales como el VIH y la hepatitis.
Aunque esto es una original idea de un chef neoyorkino que aun no se comerciliza ni se utiliza en menúes, probablemente abra las puertas a un nuevo mercado que utiliza leche materna en sus productos alimentarios.
Fuente: infobae.com