Con las fiestas de fin de año hemos podido comprobar que comemos y continuamos comiendo aún cuando ya nos sentimos llenos y parece que nuestro estómago no soporta nada más.
Sin embargo, no sabemos a qué se debe esto de seguir comiendo cuando ya estamos llenos y la cantidad de alimento ingerida es suficiente.
Científicos norteamericanos creen tener una pista al respecto y saber a qué se debe esta tendencia a comer aún cuando ya no tenemos hambre. Al parecer el secreto esta en una hormona llamada grelina que actúa a nivel cerebral pero que se libera en el estómago.
La grelina, parece ofrecernos una satisfacción notable tras comer cada bocado y esta recompensa que se obtiene, nos empuja a seguir comiendo para obtenerla nuevamente.
Esta hormona también se libera cuando el estómago está vacío y genera sensación de hambre, pero al parecer, no sólo se libera cuando no hemos comido nada, sino que puede empujarnos a comer aún cuando ya estamos llenos, simplemente para sentir el placer de ingerir un bocado.
Ésto demuestra que más allá de la función nutritiva, los alimentos generan placer al consumirlos, pero no por esto debemos comer todo el día, sino que debemos controlar la ingesta aprendiendo a escuchar a nuestro cuerpo, para saber cuándo verdaderamente tenemos hambre y necesitamos comer y cuándo, comemos por deseos de algo rico o de placer.
En este último caso, seamos selectivos, escojamos algo en particular que nos guste y comámoslo en una cantidad razonable para calmar ese deseo de «algo rico» sin experimentar culpa después.
Fuente: abc.es